La prescripción de los delitos se refiere al tiempo límite dentro del cual se puede perseguir penalmente a un individuo por un delito cometido. Sin embargo, existen ciertos delitos que no prescriben y, por lo tanto, pueden ser perseguidos en cualquier momento, sin importar cuánto tiempo haya pasado desde su comisión.
Uno de los principales delitos que no prescriben es el genocidio. Este crimen, definido como la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, se considera tan grave que su persecución no está limitada por el tiempo. La normativa española, en línea con convenios internacionales, garantiza que este tipo de delitos siempre puedan ser investigados y sancionados.
Del mismo modo, los delitos de lesa humanidad tampoco prescriben. Estos incluyen actos como el asesinato, la esclavitud, la deportación forzosa, la tortura y otros actos inhumanos cometidos como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil. La gravedad de estos actos, que suelen implicar violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos, justifica su imprescriptibilidad.
Otro conjunto de delitos que no prescriben son los delitos de terrorismo cuando hayan causado la muerte de una persona. En España, la legislación se ha endurecido en este ámbito debido al impacto social y al daño profundo que el terrorismo inflige en la sociedad.
También cabe mencionar que ciertos delitos sexuales cometidos contra menores de edad no prescriben. En respuesta a la gravedad y al profundo impacto de estos crímenes, la ley española ha establecido que las agresiones sexuales y abusos cometidos contra menores de edad pueden ser perseguidos penalmente en cualquier momento, protegiendo así de manera especial a las víctimas más vulnerables de la sociedad.
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